domingo, 14 de febrero de 2016

Voluntad política e inversión para detectar las ondas gravitacionales

Cien años cumplió la hipótesis (la predicción) de las ondas gravitacionales hecha por Albert Einstein como parte de su Teoría General de la Relatividad. El anuncio realizado esta semana en Estados Unidos sobre la detección el pasado mes de septiembre de este tipo de ondas representa un hito de la ciencia y la tecnología (enlace a Science con un corto video explicativo y a "La belleza de lo invisible" una agradable columna de Héctor Abad Faciolince sobre el tema).

Es un hito de la ciencia porque verifica una hipótesis atrevida y le abre una nueva era a la astronomía, que le permitirá seguir ampliando la base explicativa sobre el origen y la evolución del universo (de Nature, algunas de las preguntas que se podrán encarar ahora). Este hecho nos recuerda de paso que la ciencia se preocupa primeramente por encontrar explicaciones para el universo (como existe). Es un buen indicativo de ello el eslógan que ha usado la cooperación científica que lo ha hecho posible: "LIGO: Una pasión por el entendimiento" (o la comprensión).

También representa un hito para la tecnología porque su detección se realizó mediante el Observatorio Avanzado de Interferometría Láser de Ondas Gravitacionales (LIGO, por su siglas en inglés), gracias a un complejo tecnológico conformado por los mejores sistemas antivibratorios (antisísmicos); de vacío; ópticos (láseres, espejos, detectores) y de computación y almacenamiento de información, disponibles hoy en el mundo. Este logro pone de manifiesto que los productos de la tecnología corresponden a creaciones humanas, hechas con fines especiales, en los que el diseño desempeña el papel central.

Esa interacción muestra el gran influjo de la tecnología en la ciencia, más que el de esta como una condición necesaria para la evolución tecnológica. El proyecto vincula dos centros de investigación principales ubicados en el Instituto Tecnológico de California (Caltech) y en el Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT). El logro demandó también una buena dosis de voluntad política para permitirle a la Fundación Nacional de la Ciencia de los Estados Unidos, NSF (por sus siglas en inglés), llevar a cabo por primera vez en su historia proyectos e inversiones de esta magnitud, como lo describe Jeffrey Mervis en Science. El mecanismo implementado para ello le permitió a la NSF recibir recursos directamente del Congreso para grandes inversiones en infraestructura para la investigación.

Por ahora, en el país seguimos patinando para lograr unos niveles mínimos de inversión en el sistema de ciencia y tecnología, que nos permitan, no alcanzar los avances de la ciencia y la tecnología mundial, sino acaso comenzar a transitar el cráter de la brecha que nos separa. Esta semana sentí regocijo por los avances continuos de la ciencia y la tecnología en el mundo y congoja por su estado en el país. Pero debemos seguir buscando con optimismo soluciones para este problema.



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