sábado, 20 de febrero de 2016

Universidad y crítica

"Aunque solo unos pocos pueden crear una política, todos somos capaces de juzgarla" es una frase de Pericles de Atenas (que data de cerca del año 430 a. C.). La usó Karl Popper en muchas ocasiones para enfatizar el papel de la crítica en la democracia. La actitud crítica debería ser el mejor antídoto contra las ideologías y los fanatismos. Garantizar las condiciones para su ejercicio no es tarea sencilla.

La Universidad Nacional de Colombia infringió esta semana su responsabilidad con la promoción y el ejercicio de la actitud crítica. Decidió, institucionalmente, dedicar la semana a la celebración de la vida de Camilo Torres Restrepo: el sacerdote, el sociólogo-profesor y el guerrillero. A mí me pareció un exabrupto. La Universidad Nacional no puede exaltar personalidades por decreto, porque así lo consideren sus directivas de turno. Las labores de la Universidad no pueden abstraerse del ejercicio académico, de la discusión y la crítica. Su carácter público y nacional, su función educativa y su composición plural así se lo exigen. La Universidad tiene que resistirse a las tentaciones generadas por ambiciones de poder, de sus directivas o de grupos de presión en su interior, para someter la posición institucional a causas particulares.

La celebración coincidió lamentablemente con el paro armado del ELN y sus ataques. Se generan, además, inquietudes sobre el papel que busca cumplir hoy el Centro de Pensamiento para la Paz de la Universidad Nacional: ¿ha decidido pasar de su papel actual de acompañamiento en los diálogos de paz a uno de activismo político para presionar una negociación con el ELN? ¿Avala eso el rector Ignacio Mantilla? Si eso es así, se desdibujaría la buena labor llevada a cabo hasta la fecha por el profesor Alejo Vargas.

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