Una
vez más estamos ante una situación de bloqueos a las edificaciones de la
Universidad Nacional de Colombia en su campus de Bogotá. Se interrumpe así el
desarrollo normal de sus labores académicas.
Queda
nuevamente al descubierto esa enorme fragilidad del sistema universitario
público del país. Sus labores se detienen con facilidad como resultado de
acciones de fuerza, ejercidas por grupos internos de presión.
Es
esta la cuarta ocasión consecutiva que se realiza una protesta ante la administración
del actual Rector, el profesor Ignacio Mantilla, por parte de un grupo de trabajadores
de la Universidad bajo el nombre de “Comité Pro-Mejora Salarial”.
Viví
como parte de la administración nacional de la Universidad (a cargo de la
Vicerrectoría de Investigación) las tres primeras protestas (en el segundo
semestre del 2012 y el primero y segundo semestres del 2013). Hoy vivo esta
cuarta protesta como profesor de la Universidad en el desarrollo de mis labores
docentes. En las cuatro ocasiones con la misma sensación de impotencia y
desesperanza.
No
entro aquí a juzgar la validez o no de las razones que motivan a los trabajadores
para la realización de su protesta actual. Quiero en cambio hacer una reflexión
sobre la situación de indefinición que
se presenta ante el conflicto; indefinición
repetida también por cuarta ocasión.
De
mi aprendizaje de las tres primeras experiencias que menciono, extraje algunas
enseñanzas personales. Tomar decisiones implica apostar oportunamente por soluciones, poner
en juego el conocimiento y las convicciones que se tienen ante la situación
problemática que se presenta. Eso puede tener costos elevados pero generalmente
menores que los costos que implica evadir las soluciones al problema. Se requiere
enfrentar el problema directamente y con decisión. Sin vacilaciones, dilaciones ni delegaciones (ni hacia abajo ni hacia arriba).
Ignoro
qué disposición tenga hoy la administración de la Universidad para enfrentar y
brindar una solución al problema actual. Puede decidirse a dialogar y llegar a
acuerdos con los trabajadores. O puede rechazar sus solicitudes porque se tienen restricciones legales o porque no se
tienen capacidades o quizá recursos para cumplirlas. De esa manera, se
desencadenaría el problema y alguna solución (que implique que el Gobierno Nacional tome alguna posición, por ejemplo).
Lo
que genera decepción y desasosiego es tener que someterse a esta situación de
incertidumbre. No vislumbrar en el horizonte un camino de avance en la solución.
Tener que dirigirse a la Universidad cada día sin ninguna garantía para llevar
a cabo las labores docentes o siquiera para poder ingresar al laboratorio o la oficina de
trabajo docente. Y terminar tomando café y discutiendo estas mismas reflexiones
con otros colegas. Lo mismo que viven y hacen gran parte de los estudiantes
cada día.
En
sentido lógico, no decidir es en sí misma una decisión: la de la inacción. Hoy,
el Rector debe tomar decisiones por acción ante este problema que ya enfrenta
por cuarta ocasión. En cualquier dirección. Pero en alguna, por favor.
Digale a Mantilla que deje de guevoniar con esos juegos matematicos pendejos y mas bien que ponga a trabajar A Diego Hernadez o que lo saque si es que no puede arreglar el asunto.
ResponderEliminarPienso que una de las labores fundamentales de los maestros debe ser preparar a sus alumnos para las diferentes situaciones que se puedan presentar en un futuro, bien sean situaciones que traigan beneficios o no. Frente a la situación que se vive actualmente en la Universidad, son de nuestros maestros de quien yo esperaría que nos hablarán de sus posturas, que nos dieran argumentos en pro y en contra, que nos hagan ver el problema en perspectiva y nos enseñasen a tomar una postura INTELIGENTE frente a esto. Si no son los maestros los que nos guían y nos dan un ejemplo, entonces, ¿Quién?.
ResponderEliminarPor lo anterior, me parece inaudito que los maestros no asistan a reuniones tan importantes como la del día Miércoles, en la Asamblea Triestamentaria, siendo este el mejor espacio de debate al que he asistido, con todos sus problemas y todo. Los maestros toman la decisión de no participar en estos espacios y somos los estudiantes quienes tienen que decidir el futuro de la universidad, siendo unos pocos los que realmente estamos interesados en el tema. Tomamos decisiones idealistas en estas reuniones y salimos queriendo ayudar, proponer, debatir para cambiar las cosas pero nos encontramos con la indiferencia de compañeros...... poco o nulo apoyo y guía de los profesores........ Solo quiero invitar a todos los profesores a que reflexionen si su labor de docente está o no más allá de enseñar una serie de conocimientos a cerca de un tema, o si su labor es la de darnos las herramientas para afrontar la vida y tomar las mejores decisiones.
En lo personal, me siento mal preparado para afrontar la situación actual, así que tomaré mis decisiones y asumiré lo que tenga que asumir, así que espero que mis maestros respeten eso y lo entiendan, y que se desenvuelva como se desenvuelva esta situación, ellos nos den a los estudiantes todas las posibilidades para presentar exámenes y demás con la flexibilidad del caso, para poder asistir con tranquilidad a los diferentes espacios que por estos días surgen.